las caricias de la brisa en otoño,
el verde diverso de los montes floridos.
Me fascina un árbol maduro y sabroso,
el misterio de la luna de Enero,
la luz sutil de mi primavera vencida.
Y aun me embeleso con la cadencia,
de un beso claro,
vibro con el sentir de unos labios,
anhelo el buen Dios que me guía.
Me elevo y caigo en el umbral de mis utopías,
para rodar entre los guijarros humildes
y despertar de nuevo de entre mis escombros,
divisando el misterio de la belleza:
El que habita en unos ojos hermosos,
palpita detrás la sinfonía de una ola,
vibra en el sonido de una tormenta.
¡Porque no ser alegre como una cometa¡...
¡Llama de fuego eterno¡....
¡Brisa cálida de primavera.¡..
¡Océano azulado y salvaje¡....
¡Arena cálida, suave y coqueta¡....
Y aunque a veces duela la vida,
aun tiemblo con los atardeceres de Isla.
Se me llena el alma de asombro,
vibrando con una hermosa canción,
mirando a un niño que me sonríe,
reinventando la ternura de un beso.
¡Si lo se¡...estoy vivo y muerto...porque así es la vida...
Muero porque no se parar el tiempo,
vivo para saber que estoy muriendo.
Sueño para jugar en el ahora a que me invento...
Y renazco de entre el fango de la vida,
para observar la luz divina que me guía.....
Porque a veces, soy Ave Fenix,
que se mece entre mis sombras.....
¡Alma inmortal que se eleva....buscando a Dios¡.
Lorenzo Valenzuela.Texto declarado en la Sgae.
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