Arrullada a la caracola de mi cuerpo
cantas la melodía de tu belleza de ágata,
rozando tus muslos desnudos, acariciando mi cintura,
perfumando de azahares el sarcófago de mi alma oscurecida.
Diviso mis dioses soñando conocer tu risa
jugando con el sol dorado de tu dios a lo lejos.
Imploras tu reino sometida a mis caprichos
Yo, Julio César, amante en tu cruel destino...
Engarzado a tus cabellos, me nubla la razón tu belleza inalcanzable...
perdido en el misterio de tus ojos azules, imploro la agonía de tus besos.
Lorenzo Valenzuela.Texto declarado en la Sgae.
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